jueves, 10 de diciembre de 2015

CAPÍTULO 7. ME MARCARON CON EL SIETE

Este capítulo no relato la vida de Teresa Mendoza al interior de la cárcel de mujeres, después de su accidente en el Puerto de Santa María.

Todavía era invierno y el rectángulo de la luz que se movía en dirección opuesta al sol. Calentaba sus huesos a medio soldar bajo el yeso del brazo derecho. A su alrededor, medio centenar de mujeres, charlaban en coros, sentadas como ellas al sol, también tumbadas de espaldas aprovechando para broncearse un poco, o pasaban en pequeños grupos de un lado a otro del patio, con la forma característica de caminar de las reclusas.  
La vida ahí adentro era una rutina. Todos los días era lo mismo para todas las reclusas. Fumaban tumbadas en el suelo aprovechando los rayos del sol, como lo hacía Teresa Mendoza.


Ahí dentro conocía a Patricia O´Farrell, apodada la “Teniente O´Farrell”. Entre las chicas se rumoraba un dato. O´Farrell era bisexual.
Ya con este dato, era de suponerse que la teniente O´Farrell quisiera ser amiga de Mendoza. Si, solo quería tener relaciones sexuales con ella. Aunque Mendoza no era así.
Estas dos solo estuvieron como compañeras de celda un año y luego salieron con diferencia de pocos meses.
Dentro de la prisión, en ese año; O´Farrell le organizó una fiesta de cumpleaños a Teresa; con alcohol, cigarros, drogas, pero sobretodo alcohol. En esa fiesta, la teniente O´Farrel le declara a Mendoza que le gustaba, mientras ella se masturbaba viéndola  a los ojos hasta llegar al clímax

Ya al término de esa fiesta la teniente le hizo una confesión  a la Mendoza. Decía que afuera tenía un tesoro escondido. Le dijo que saliendo de ese lugar iría a buscarlo y la Mendoza con ella. Juntas recuperarían ese tesoro.

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