
Dentro de este capítulo, el autor narra como fue su reencuentro con un ex comisario de policía, amigo suyo desde hace dos décadas, y a quien le cuestionaba acerca de Teresa Mendoza; fue en ese momento cuando al fin supo con más precisión y no por rumores, de la existencia de Santiago López Fisterra, alias El Gallego.
El ex comisario lo llevó
con otro amigo suyo, Dris Larbi, mismo que le dio más información de la
mexicana y mencionó que algún tiempo trabajo para él en un bar, pero nunca como
puta, sino como camarera y cajera.

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